jueves, 1 de marzo de 2018

Lesiones tendinosas


Los tendones son estructuras que unen el músculo al hueso, están formadas por tejido colágeno. Su función es la de transferencia de fuerzas: traccionan al esqueleto cuando el músculo se contrae y generan el movimiento de un segmento corporal. También colaboran en la estabilización de las articulaciones que integran y absorben las fuerzas de impacto (actúan como “resortes” devolviendo la energía en forma elástica para reducir la fuerza necesaria para realizar el movimiento).

Las lesiones tendinosas pueden ser agudas o por sobreuso, siendo éstas últimas las más frecuentes entre corredores.
El término tendinitis suele utilizarse popularmente para referirnos a lesiones agudas con un marcado componente inflamatorio, pero lo correcto es hablar de tendinopatía. El término tendinosis ya no se utiliza.
Dada su ubicación superficial los tendones también pueden sufrir traumatismos, laceraciones o sección. Con menos frecuencia veremos tendinopatías de etiología infecciosa, reumática o gotosa.

Los tendones se adaptan el entrenamiento haciéndose más gruesos y resistentes. Los ejercicios que más exigen a los tendones de las piernas son los sprints, los saltos y la carrera en bajada. Si el plan de entrenamiento implica una sobrecarga excesiva, o no se respetan los tiempos adecuados de recuperación entre sesión y sesión, puede ocurrir que el tendón no tenga tiempo de repararse y fortalecerse y de a poco se instale la lesión. Sobre este punto cabe señalar que el concepto de sobrecarga y tiempo adecuado de recuperación es individual para cada atleta, y que determinarlos es un desafío importante que enfrentan los entrenadores.

A veces ocurre que las cargas y el descanso son adecuados pero el corredor tiene una biomecánica defectuosa y exige más el lado derecho que el izquierdo, o impacta de forma desalineada, o usa un calzado que no es el adecuado para su cuerpo y superficie de entrenamiento y en estos casos también puede ocurrir la tendinopatía.

El diagnóstico es clínico y se basa en la historia clínica y el examen físico. El paciente relata una historia de sobrecarga de entrenamiento, con dolor al inicio del ejercicio que mejora luego de entrar en calor y empeora al enfriarse. Al examinarlo se localiza el dolor en la topografía del tendón y duele al estirar y contraer el músculo. En ocasiones hay inflamación del tendón o contractura muscular asociada.

En general se hace diagnóstico en el consultorio, pero en algunos casos puede ser necesario solicitarse estudios como ecografía o resonancia, cuando se desea conocer en detalle una lesión con posible indicación quirúrgica, o se trata de lesiones que no han respondido bien al tratamiento previo.
Respecto al tratamiento hay que tener en cuenta que es necesario por corregir los factores predisponentes y desencadenantes de la actual lesión.

La rehabilitación empieza cuando se ha controlado el dolor y la inflamación de la etapa aguda, en deportistas se evita la inmovilización sea prolongada (en general con 2 a 7 días es suficiente), y pueden realizarse modalidades de entrenamiento cruzado que no exijan al tendón lesionado (por ejemplo natación en vez de correr). La movilización precoz evita el desacondicionamiento físico y favorece el aumento de la circulación local y los procesos de cicatrización.

Luego de superada la etapa aguda será necesario realizar estiramientos y fortalecimiento, guiado por un profesional para asegurar que el tendón esté en condiciones de tolerar la carga de entrenamiento una vez que se retome la actividad

El retorno a la actividad deportiva debe ser gradual, considerando el desacondicionamiento que existió durante el periodo de reposo.



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