Los tendones son estructuras que unen el músculo al hueso, están
formadas por tejido colágeno. Su función es la de transferencia de fuerzas:
traccionan al esqueleto cuando el músculo se contrae y generan el movimiento de
un segmento corporal. También colaboran en la estabilización de las
articulaciones que integran y absorben las fuerzas de impacto (actúan como “resortes”
devolviendo la energía en forma elástica para reducir la fuerza necesaria para realizar
el movimiento).
Las lesiones tendinosas pueden ser agudas o por sobreuso,
siendo éstas últimas las más frecuentes entre corredores.
El término tendinitis
suele utilizarse popularmente para referirnos a lesiones agudas con un marcado
componente inflamatorio, pero lo correcto es hablar de tendinopatía. El término
tendinosis ya no se utiliza.
Dada su ubicación superficial los tendones también
pueden sufrir traumatismos, laceraciones o sección. Con menos frecuencia
veremos tendinopatías de etiología infecciosa, reumática o gotosa.
Los tendones se adaptan el entrenamiento haciéndose más
gruesos y resistentes. Los ejercicios que más exigen a los tendones de las
piernas son los sprints, los saltos y la carrera en bajada. Si el plan de
entrenamiento implica una sobrecarga excesiva, o no se respetan los tiempos
adecuados de recuperación entre sesión y sesión, puede ocurrir que el tendón no
tenga tiempo de repararse y fortalecerse y de a poco se instale la lesión.
Sobre este punto cabe señalar que el concepto de sobrecarga y tiempo adecuado
de recuperación es individual para cada atleta, y que determinarlos es un desafío
importante que enfrentan los entrenadores.
A veces ocurre que las cargas y el descanso son adecuados
pero el corredor tiene una biomecánica defectuosa y exige más el lado derecho
que el izquierdo, o impacta de forma desalineada, o usa un calzado que no es el
adecuado para su cuerpo y superficie de entrenamiento y en estos casos también puede
ocurrir la tendinopatía.
El diagnóstico es clínico y se basa en la historia clínica y
el examen físico. El paciente relata una historia de sobrecarga de entrenamiento,
con dolor al inicio del ejercicio que mejora luego de entrar en calor y empeora
al enfriarse. Al examinarlo se localiza el dolor en la topografía del tendón y
duele al estirar y contraer el músculo. En ocasiones hay inflamación del tendón
o contractura muscular asociada.
En general se hace diagnóstico en el consultorio, pero en algunos
casos puede ser necesario solicitarse estudios como ecografía o resonancia,
cuando se desea conocer en detalle una lesión con posible indicación
quirúrgica, o se trata de lesiones que no han respondido bien al tratamiento
previo.
Respecto al tratamiento hay que tener en cuenta que es
necesario por corregir los factores predisponentes y desencadenantes de la
actual lesión.
La rehabilitación empieza cuando se ha controlado el dolor y
la inflamación de la etapa aguda, en deportistas se evita la inmovilización sea
prolongada (en general con 2 a 7 días es suficiente), y pueden realizarse
modalidades de entrenamiento cruzado que no exijan al tendón lesionado (por
ejemplo natación en vez de correr). La movilización precoz evita el
desacondicionamiento físico y favorece el aumento de la circulación local y los
procesos de cicatrización.
Luego de superada la etapa aguda será necesario realizar
estiramientos y fortalecimiento, guiado por un profesional para asegurar que el
tendón esté en condiciones de tolerar la carga de entrenamiento una vez que se
retome la actividad
El retorno a la actividad
deportiva debe ser gradual, considerando el desacondicionamiento que existió
durante el periodo de reposo.
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