sábado, 30 de diciembre de 2017

Ejercicio en diabéticos

¿Sabías que el ejercicio físico es una parte clave del tratamiento y prevención de la DIABETES TIPO 2?


- El ejercicio aeróbico mejora la tolerancia a la glucosa y la sensibilidad a la insulina, al aumentar el consumo muscular de glucosa.
- Como resultado del mejor control glicémico es posible conseguir una reducción de la hemoglobina glicosilada y de la dosis de tratamiento farmacológico necesaria para mantener la glicemia en rango normal.
- En casos de prediabetes es posible revertir la fisiopatología y evitar la progresión a diabetes en un 60% de los casos.
- En casos de diabetes avanzada se logra reducir el impacto de la enfermedad sobre los órganos (riñones, retina, sistema nervioso).
- Adoptar un estilo de vida activo colabora a reducir otros factores de riesgo cardiovascular asociados a la diabetes (como hipertensión, sobrepeso, hipercolesterolemia, etc).

Consideraciones especiales a la hora de planificar el entrenamiento de un diabético:

El diabético necesita tomar ciertas precauciones al ejercitarse, sobre todo si padece la enfermedad desde hace ya varios años. Si eres diabético y deseas comenzar un plan de ejercicio lo mejor es consultar con tu deportólogo acerca de cuál es el mejor plan de ejercicio para tí y los cuidados extra que debes tener.

La hipoglucemia (< 70 mg/dl) por ejercicio es un problema solo de quienes reciben insulina o hipoglucemiantes orales. Se debe planear el momento adecuado para ejercitarse teniendo en cuenta la farmacocinética de estos medicamentos, evitando el ejercicio en los momentos de máxima actividad de los mismos (NPH: 2-3 hrs post inyección, insulina cristalina 30-40 min)

Asimismo debe evitarse las inyecciones insulina en los músculos que se van a ejercitar.   
         
Además dado el riesgo de hipoglucemia diferida (hasta 12hr post ejercicio), no se recomienda el ejercicio por la noche antes de dormir (en caso de hacerlo hay que incrementar el consumo de CH en la cena)

Se recomienda controlar la glicemia pre-ejercicio sobre todo si se han hecho cambios en el plan habitual y ajustar las ingestas a la demanda prevista por ejercicio. Si la glicemia pre-ejercicio es < 100 mg/dl hay que ingerir 20 a 30gr de CH antes de comenzar la sesión.

Un descenso rápido en la glicemia mediado por el ejercicio (aún con valores de hiperglicemia) puede desencadenar síntomas de temblor, ansiedad, sudoración anormal, hambre, parestesias en boca y dedos. Los síntomas neuroglucopénicos son cefalea, trastornos visuales, confusión, apatía, amnesia, convulsiones y coma.


La hiperglucemia con o sin cetosis es un problema de DM1 y de DM2 que no cumplen el tratamiento, los síntomas son poliuria, polidipsia, fatiga y aliento cetónico. Pueden ejercitarse a intensidad leve o moderada con hiperglicemia siempre que no presenten cuerpos cetónicos en sangre o en orina y la glicemia sea menor a 300 mg/dl. Siempre que la glicemia sea mayor a 250 mg/dl deben chequearse los cuerpos cetónicos y si aparecen no se puede ejercitar.La poliuria derivada de la hiperglicemia puede deshidratar al paciente y menguar la respuesta termorreguladora, si un paciente se ejercita con hiperglicemia deben tomarse todas las precauciones necesarias para evitar la hipertermia. 

No hay evidencia de que el ejercicio empeore la progresión de la retinopatía, no obstante se indicará evitar los ejercicios vigorosos e isométricos que aumenten la PA ya que puede ocurrir desprendimiento de retina y/o hemorragia vítrea.

La neuropatía autónoma puede causar insuficiencia cronotrópica, una pobre respuesta de la presión arterial frente al ejercicio y un déficit en la capacidad de sudar.
En estos pacientes deben monitorizarse los síntomas y signos de hipoglucemia ya que el paciente tal vez no los reconozca, así como monitorizar con ECG dado el riesgo de isquemia sin angor.

Si existe arritmia o enfermedad coronaria no se debe ejercitar por encima del 70% del Vo2max, si existiera angor no deben superarse 10 latidos por debajo del umbral isquémico.

La neuropatía periférica altera la sensibilidad distal y pueden ocurrir ampollas o lesiones en piel que pasen desapercibidas, el paciente debe revisar sus pies antes y después de cada sesión de ejercicio, utilizando telas adecuadas y calzado en buen estado. En la medida de lo posible se evitarán las actividades de impacto en estos pacientes.

Si hay enfermedad vascular periférica se prefieren los ejercicios que no impliquen sostener el peso corporal ya que son mejor tolerados. 

En cuanto al paciente con nefropatía, si bien existe un aumento de la proteinuria luego del ejercicio, no se ha demostrado que la actividad vigorosa acelere la progresión de la nefropatía, de todos modos lo más prudente es prescribir actividad moderada.

Como la mayoría de las personas con DM tienen sobrepeso y enfermedad cardiovascular asociada, deben tenerse en cuenta las recomendaciones especiales para estas enfermedades también a la hora de prescribir el ejercicio.

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